domingo, 10 de agosto de 2014

LIMA Y EL SONIDO INCESANTE DE LOS CLAXON IMPACIENTES...

Llegamos a Lima un miércoles de partido. El estadio de fútbol lucía unas modernas luces intermitentes blancas y rojas, recordando los colores de la bandera peruana. El tráfico era horroroso, y nuestro reloj nos dijo que estuvimos casi dos horas para entrar al centro de esta caótica ciudad. A pesar de las peticiones de nuevos carteles que invitan a una Lima sin ruido, las bocinas no descansaban y, a veces, te entraban ganas de taparte los oídos con las palmas de las manos.

Toda la gente peruana con la que nos encontramos por el camino a lo largo de este viaje que supera el mes, nos hablaron muy mal de Lima. Nos contaron historias de miedo que incluían atracos con pistola, fuertes tirones para robarte el móvil, o taxis que te llevaban lejos y te quitaban hasta las playeras. Con este panorama, no teníamos muchas ganas de pisar Lima, pero no todo es siempre como te lo cuentan...
Es cierto que Lima es una ciudad muy peligrosa, eso no podemos discutirlo, pero también es verdad que en ningún momento sentimos esa inseguridad que tan mala fama le otorga. Obviamente, esto pasó así porque sólo nos movimos por los distritos más seguros como: Miraflores, San Isidro y Lima centro, donde hay mucha presencia policíaca. Tal vez si, en un despiste, nos hubiéramos perdido por la avenida Méjico (¡peligro!), nuestra historia hubiera sido completamente distinta.

Pasamos la mañana del jueves en la Lima más antigua, declarada Patrimonio de la Humanidad gracias a sus edificios, algunos de arquitectura francesa, otros copias de algún edificio alemán, y otros con balcones de madera y preciosas celosías.
Visitamos la Iglesia de San Francisco, su museo y las catacumbas, donde vimos más huesos juntos que en toda nuestra vida. A pesar de la prohibición de tomar fotos, Canelón sacó el móvil de costadillo para fotografiar los huesos y calaveras colocados en un pozo cual tesoro de piratas, con monedas y todo...
Después, como buenos vascos glotones, nos tomamos el hamaiketako (aperitivo mañanero) en una antigua cafetería que se mantiene tal cual estaba hace años, la Cordano, donde os recomendamos probar su famoso jamón del norte. Te lo ponen en sanduche o ración, como prefieras.
También quisimos probar el famoso pisco sour. Dicen que si no te gusta, al tercero te empezará a gustar, pero yo me quedé en un sorbo y le dejé el resto a Canelón, que en cuestiones alcohólicas es más "open-minded" que yo...
Llegando a la Plaza de Armas, nos tocó observar el cambio de guardia del Palacio de Congresos, que nos recordó al Buckingham Palace londinense. Después caminamos hasta la Plaza San Martín, y otra vez a escuchar bocinas. El sonido de los claxon impacientes provenía de todos lados, unos más graves, otros más agudos, todos igual de molestos.
De vuelta en Miraflores, donde nos alojábamos, buscamos un buen sitio para comer un ceviche picante limeño (por aquí dicen que si no pica no es ceviche), pero la mala suerte hizo que acabáramos en el Burguer King a cara perro. El famoso restaurante "Astrid y Gastón" había decidido trasladarse a otro barrio, y otro restaurante que recomendaban en la guía resultó estar cerrado desde hace años. Menos mal que en la portada de nuestra guía pone ACTUALIZADA.

Sin ceviche, fuimos cabizbajos al hotel para ponernos guapos, pues era "jueves de patas" (jueves de colegas) y habíamos quedado con el gran César para tomarnos unas chelas (cañas) por Miraflores. Nos llevó a la calle Berlín, llena de garitos que ofertaban birra a buen precio. Acabamos en un sitio súper chulo llamado La Botika, obviamente borrachos y riendo a carcajadas.

El pobre César era el único de nosotros que trabajaba al día siguiente y eso hizo que llegara el momento de la retirada. Como todos necesitábamos hacer masa y meter algo sólido al estómago, acabamos otra vez en el Burguer King en plan día de la marmota. ¡A Dios pongo por testigo que no volveré a comer burguer!

Al día siguiente, fue el típico viernes de resaca, con botellín de agua en mano y gafas de sol aunque no hiciera sol, pues Lima siempre vive bajo una neblina grisácea. Pero en lugar de fichar en el trabajo, como el bueno de César, cogimos un bus hacia Paracas para disfrutar de la playa y ver pinguinos. Eso, lo dejamos para la siguiente entrada. ¡Feliz día!

DATOS PRÁCTICOS
- Cómo llegar? Nosotros fuimos desde Huaraz en autobús con la compañía Móvil (40 soles en el servicio más económico, viajando por el día. 9 horas de trayecto). Desde allí cogimos un taxi a Miraflores por 12 soles.
- Alojamiento: nos alojamos en The House Project, en la calle Bellavista.  El staff era bastante antipático con los que no éramos rubios, la cocinera del desayuno era una vaga y desagradable, pero la habitación estaba bien, con agua caliente.
- Seguridad: Lima es una ciudad muy peligrosa, pero existen zonas seguras como Miraflores, donde el turista puede moverse sin problemas.
- Entrada al museo y catacumbas: 7 soles por persona, con guía.

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2 comentarios:

  1. Hola chicos, hace días que no os leo!! Tengo mucho curro y poco tiempo!! Veo que estáis disfrutando. Continuar así.

    Besotes

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    Respuestas
    1. Gracias Peporrez!!! Muchos besos peruanos y ánimo con el currelo!!!

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