miércoles, 23 de marzo de 2016

SALIR DE TRABAJAR Y DARSE UN PASEO POR EL VALLE DE LA LUNA...

Qué diferente resulta la vida depende de dónde te toque vivirla... Nuestro día a día en Bilbao estaba repleto de saraos teatrales, gritos en San Mamés, pintxos a tutiplén en una barra, un poco de canturreo con gorgoritos en el txoko, y gotas de lluvia azotadas por un viento de cuchillo que te tersa la piel.

Y ahora, ya ven, no tenemos cerca ni un teatro, ni un paraguas, ni un lugar donde zamparnos unas ricas kokotxas al pil-pil... El otro día organizaron en Swakopmund un mercadillo de Pascua y fue el acontecimiento del mes.
Llegando al Valle de la Luna...

La vida en Namibia transcurre tranquila, entre días de playa y pesca, y alguna que otra escapada a Etosha para ver animales que no podemos encontrar en las carreteras de nuestra tierra. Porque, aunque puedan verse jirafas en Cabárceno, verlas en su hábitat natural mola cien veces más. Vamos, que avistas una jirafa a lo lejos, entre matorrales, y te entra una emoción tal que le sacas mil fotos por minuto. Aunque sólo se vea hierba. No vean qué trabajo luego para borrarlas...

Pero no se vayan a pensar que estamos todo el día de safari. También luchamos día tras día contra la procrastinación que visita a los autónomos que trabajan desde casa. A veces, tecleamos nuestros ordenadores en pijama, picamos de más de la nevera (¡córcholis!), y nos cagamos en Hacienda un porrón de veces (no vean cómo desahoga... ). Todo tiene su parte buena y mala, pero la verdad es que estamos muy contentos, pues siempre nos gustó vivir en la cuerda floja, donde nada es previsible ni rutinario. Sí, siempre fuimos un poco equilibristas...

Tener la oportunidad de vivir en Namibia es un regalo. El otro día, por ejemplo, dimos carpetazo al portátil y nos fuimos de paseo por la Luna, a disfrutar de la calma y de las vistas. Tenemos cerquita de casa un valle esculpido por el río Swakop, repleto de colinas erosionadas y, al parecer, también de las temidas serpientes de arena, aunque no vimos ni una.
Valle de la Luna

Te paras allí, de pies, con cara de tonto y una sensación de soledad que roza lo mágico. No se oye nada más que los bailes del viento y tus pisadas en la arena, y de pronto te sientes como un astronauta: flotando. Siempre me ha fascinado la hermosura de los paisajes muertos. Serenos, profundos, siempre transmitiendo paz a quien los contempla. Observando el paisaje, llegué a la conclusión de que la muerte no siempre es tan fea como se pinta. Debemos exterminar ese miedo hacia lo desconocido, lo oscuro, el "the end". Seguro que, venga lo que venga después, no es más que un valle lunar, erosionado por los recuerdos y miles de anécdotas de una vida pasada...

¡FISGA, COTILLEA Y SÍGUENOS!
FACEBOOK    TWITTER    INSTAGRAM
CONTACTO: canelaycanelon@gmail.com

1 comentario:

  1. Hola pareja de Canelos!!!
    Hacia tiempo que no.OS leía y ha sido una grata sorpresa ver el.blog con un montón de posts.
    Me encanta el paisaje Lunar, por un momento casi he sentido ese momento que has descrito con esa foto tan bonita! Que tranquilidad...me encanta esa sensación!
    Un musutxus muy gordo para los dos desde Gorliz!! Por aquí la tripita bien redondita!
    Maitane

    ResponderEliminar

MIL GRACIAS POR COMENTAR!!! Intentaremos responderte, aunque no sabemos cuando...