viernes, 11 de abril de 2014

UNA CENA EN EL "HOTEL CASA DE MARINOS URIBE", PLENTZIA

El pasado viernes, más que hartos de nuestra fatídica semana laboral, decidimos salir de picospardos para airearnos un rato y no pensar en nada relacionado con el trabajo. Canelón me recogió puntual a las 20.00h (hay que ver lo lento que va el reloj los viernes), y después de un par de zuritos por el puerto de Plentzia, decidimos irnos a cenar al Hotel Casa de Marinos Uribe Kosta, más conocido por estos lares como Hotel Uribe.
Un amable y servicial camarero nos condujo hasta una mesa para dos, situada en un mirador con vistas a la ría. Nada más entrar al comedor vino la primera sorpresa, pues el restaurante está distribuido de una manera muy especial. Las mesas de comensales conviven en antiguas habitaciones de huéspedes, creando así rincones con encanto que hacen que una se sienta como en una película en blanco y negro, cuando todo tenía más glamour.

Los ágapes que conformaban la carta eran más que apetecibles, por lo que nos costó escoger, pero finalmente nos decidimos. Mientras esperábamos al entrante, nos gustó mucho el detalle que tuvieron de servirnos dos croquetitas caseras. Ricas y bien ejecutadas, con doble rebozado y bechamel bastante fina. Esto marcha bien...
De entrante pedimos unas "alcachofas fritas con yema de huevo trufado y viruta de jamón ibérico" para compartir. Estaban gloriosas, a pesar de pagar el peaje de las pieles más fritas, que se quedan duras.
La menda acertó pidiendo unos "raviolis de rabo estofado con parmentine de coliflor trufado y cous-cous especiado". Según nuestro experto chef Canelón, la combinación era perfecta, ya que el cous-cous le quitaba un poco de contundencia al plato, haciéndolo más ligero. A mí, que no soy entendida en cocina de autor, me pareció que estaba muy rico pero... admito que tanto exceso de especie y cosa raruna le parecieron un abuso a mi paladar vasco, y me estragó un pelín, por lo que Canelón acabó zampándose uno de mis raviolis.
Canelón disfrutó como nadie con su "cochinillo crujiente con trigueros salteados y pesto de tomate seco". Un plato muy rico según él, con el pesto muy amargo, que le aportaba un toque agradable al tiempo que lo "desgrasaba" un poco. Delicioso.
Para mojar los labios y el gaznate, un vinito que no habíamos probado antes, Matsu El Pícaro, que a mí, personalmente, se me hizo un poco duro... Canelón, en cambio, se lo trincó a gusto, a pesar de no ser, ni por asomo, uno de los mejores vinos que hayamos probado.
De postre, con poco sitio en el estómago, pedimos algo fácil: fresas con nata y pétalos de rosa. Nos sorprendió una vez más la presentación, original y muy cuidada.
No podemos decir otra cosa que la verdad, que estuvimos muy a gusto. Sitio agradable y tranquilo. Personal servicial y correcto. Comida elaborada y muy cuidada en las presentaciones. Muy buena relación calidad-precio (27€ por persona). Muy recomendable si os gusta la cocina de nombres kilométricos, y también si preferís tomar unas raciones de jamón rico, croquetas caseras, pan tomaca... en su terraza exterior con vistas a la ría. ¡Yo me apunto a cualquiera de las opciones!

Y tú, ¿has comido alguna vez en el Hotel Uribe?

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