MIS OJOS EN TOKYO...

Existen tantos rincones para fotografiar en Tokyo, que mi cámara y yo necesitaríamos toda una vida para recorrer estas calles haciendo click sin tregua. Esta ciudad me fascina, me cautiva y me hace parecerme a Alfredo Landa en sus películas, cuando se desnucaba en plan cateto viendo a las suecas pasear por las playas. Así estoy yo en la futurista y tradicional Tokyo, como una paleta que acaba de salir del pueblo, abriendo los ojos de par en par, con más asombro que vergüenza.

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Esta ciudad es la caña y me cuesta encontrar las palabras adecuadas para describirla. Puede que si metamos en una coctelera Londres, París, Bangkok y Nueva York, obtengamos un cóctel llamado Tokyo, que reúna futuro y pasado, modernidad y tradición, caos y calma... Algunos se engancharán a esta bebida adictiva con más facilidad que otros, a muchos les disgustará... Yo sólo sé que me pido ración doble y la coctelera funcionando...

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Si en Nueva York me sentí como dentro de una película, en Tokyo me siento dentro de un videojuego. Todo está tan bien cuidado, limpio y organizado en el caos, que a veces esta ciudad se me antoja de mentira, como el atrezzo de una peli de ciencia ficción. Y ni te cuento cuando me cruzo con niñas vestidas en plan Lolita, o tíos con las ojeras maquilladas en rojo. Y yo preocupada por mis pelos, ¡oigan! Ésto es diversidad y lo demás es tontería...

Es como ser Marty McFly. De repente estás en el futuro, rodeada de luces de neón, gente variopinta, máquinas llenas de bragas usadas (listas para olerlas, créanme), váteres inteligentes, pantallas mega gigantes anunciando de todo... Y de repente, el Delorean te lleva a callejones desérticos, a bares con aforo para diez, a campeonatos de sumo infestados de familias... A lugares tranquilos donde se respira historia y tradición, y puedes sentarte en la hierba a leer un libro, o encontrar a gente vestida como de otra época pasada.

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Hay tantos Tokyos como personas la visiten, pero así es Tokyo vista desde mis ojos, una ciudad llena de sorpresas, donde puedes encontrar absolutamente de TODO. Lo mejor: perder el mapa (y un poquito el norte), y dejarse llevar...

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