martes, 9 de febrero de 2016

CAPE CROSS, FOCAS A TUTIPLÉN...

Lo bueno que tiene vivir en África, entre otras muchas cosas, es que aquí los planes son tremendamente diferentes a los que haríamos en Bilbao. Y qué decir de las típicas historias que les han pasado a la prima de un amigo del amigo de mi hermano... A mí aquí este tipo de bulos, leyendas urbanas, o hechos reales (que nunca se sabe), me tienen fascinada.

El otro día, por ejemplo, quedamos con unos amigos para comer y nos contaron que "a unos amigos de unos amigos de un amigo de un primo mío, se les apareció un león en mitad del desierto..." Como sonaba a película de terror con dosis extra de exageración, enseguida agudicé mis oídos. Al parecer el león estaba sólo, con la melena despeluchada por el viento y muy pero que muy hambriento así que, sin pensárselo dos veces, la fiera se abalanzó hasta el coche de las víctimas, corriendo y rugiendo con la boca bien abierta, enseñando sus afilados colmillos... Desesperado por llevarse algo al buche, el león le metió tal zarpazo al 4x4 que sus garras lograron agujerear la chapa de acero del coche. Cómo para que el leoncito te acaricie las carnes... ¿A qué algo así no se oye en Bilbao?

Bueno, a lo que iba: que el otro día (o más bien hace unos meses, mecachis cómo pasa el tiempo...), en vez de ir al teatro, de cañas por Somera, o de compras navideñas... nos fuimos a ver focas. Sí, esto fue como ir a Cabárceno pero a lo bestia. Preparamos unos bocatas, botella de agua, crema de sol y Google Maps, y nos presentamos en Cape Cross en unas dos horas, una de las reservas de focas más grandes del mundo. Focas a tutiplén, señores. Todas muy monas y hasta con orejitas, pero... ¡qué peste!
Por suerte, las fotos son sin aroma...

Nada más salir del coche me vinieron unos horribles efluvios a podrido, y a puntito estuve de vomitar allí mismo, sin glamour y sin verguenza. Afortunadamente, llevaba un pañuelo que utilicé de mascarilla, mirase quien me mirase. Justo en diciembre es la época de reproducción, por lo que era posible ver a infinidad de crías, aunque muchas de ellas estaban muertas. De la ley de la naturaleza nadie se libra...

No os voy a contar la historia del Cabo Cross, que algo tiene que ver con un portugués que erigió una enorme cruz de piedra, allá por 1486..., porque eso ya lo podéis buscar en Wikipedia. Pero sí voy a deciros que, aunque sea una reserva de focas protegida por el Gobierno namibio, en Cape Cross se sacrifica a buena parte de las focas, pues se dice que consumen demasiado pescado, poniendo incluso en peligro el ecosistema marino. Yo, por si las moscas, no compré ninguno de los souvenirs horteras de piel de foca que te venden en la entrada...

Verlas y oírlas tan de cerca es todo un puntazo, la verdad, y son tantas que casi ni ves la arena de la playa en la que habitan, jugando, peleando, rebozándose a lo croqueta, o dándose un chapuzón. Todo es un manto de piel de foca. Olerlas tan de cerca, en cambio, no me gustó tanto. Se me revolvió el estómago como si me hubiera metido veinte viajes en el Dragon Khan. Sí, ya sé que hoy día está mal visto quejarse de cualquier cosa, y que existe una tendencia masiva de contar únicamente maravillas de nuestra querida existencia (aunque sean inventadas)... Yo os cuento lo bueno y lo malo, y lo malo, en este caso, es que lo pasé fatal con el pestazo que desprenden, y así lo suelto, sin florituras ni demasiados adornos.

En el viaje de vuelta a casa continué con las tripas revueltas y deseando llegar a mi hogar, dulce hogar. ¡Qué mareo! Ya en Swakopmund, el pueblito costero en el que vivimos, decidimos pasar antes por el supermercado para comprar un poco de agua y algún que otro vicio... Casi me da algo cuando, al salir del coche, un efluvio a foca me sacudió el estómago de nuevo. No... Sí.... Era mi pelo. Se nos metió el olor a foca hasta por los poros.

Lo mejor de esta excursión para mí, fue la ducha al llegar a casa. Canelón, en cambio, quedó fascinado con las foquitas, que encima son de una especie súper curiosa y, a diferencia de las focas que habitan mayormente en el planeta, éstas tienen orejas. Ya saben, si quieren verlas, oírlas y olerlas, no duden en visitar Cape Cross, una de las colonias de focas más grandes del Universo. Yo, me quedo en casa, esnifando colonia...

DATOS PRÁCTICOS:
- HORARIOS DE VISITA: Abierto todos los días de 8.00h a 17.00h del 16 de noviembre al 30 de junio. Y de 10.00h a 17.00 del 1 de julio hasta el 15 de noviembre.
-¿MERECE LA PENA LA VISITA?: Si tenéis pensado cruzar Costa Esqueletos, sí merece la pena parar en la reserva, pues pilla de paso y ver a tantos lobitos juntos es impresionante. Si tenéis varios días en Swakopmud, también podéis acercaros, ya que sólo está a 120 km de distancia. De lo contrario, a no ser que seáis unos grandes amantes de las focas o lobitos de mar, yo no iría. Canelón en cambio sí, pero creo que en su vida anterior fue nutria, o algo parecido...

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