miércoles, 7 de enero de 2015

SEGUIMOS CAMINO HACIA INDONESIA

Tras despedirnos de Fiji y la gente que habíamos conocido allí (gracias Toni por ser), cogimos un vuelo hacia Bali, el destino más barato de Asia que encontramos. Para abaratar más todavía el billete tuvimos que hacer noche en el Aeropuerto de Melbourne. Cuál fue nuestra sorpresa cuando al ir a hacer el check-in en Fiji nos comunicaron que nuestro tránsito de 12 horas excedía el tiempo máximo que permiten las autoridades australianas, que es de ocho horas. Así que no nos quedó más remedio que aplicar para un visado en ese mismo momento, pagando las consiguientes tasas...

Con este primer contratiempo llegamos a Australia, sabiendo que teníamos que recoger la mochila y esperar a que abriesen el check-in nueve horas después. Ahí nos véis andando como dos mendigos por la entrada del aeropuerto en busca de un asiento donde pasar la noche, que se avecinaba larga. Tuvimos suerte y encontramos la única butaca de cuatro asientos que había sin apoyabrazos de por medio, así que nos apalancamos con las mochis, sacamos los antifaces, y conseguimos acoplar nuestros cuerpos como dos piezas del tetris. Como os podéis imaginar, la noche fue bastante larga...
Al fin llegamos a Bali, conseguimos el visado tras un buen rato de cola, y nos fuimos a por un taxi que nos llevara a Canggú, donde vive un amigo de Bilbao. El duro regateo que tuvimos con varios taxistas nos recordó que ya estábamos en Asia, donde más te vale pelearte un poco si no quieres pagar mucho más de lo que deberías.

La primera impresión al ver Bali fue que estaba relativamente más ordenado y limpio que muchos otros países asiáticos donde habíamos estado. Se notaba que hay una colonia importante de extranjeros ya que había muchos comercios enfocados hacia ellos, y la mayor parte de carteles estaban en inglés.

Una vez llegados a la guest house y descansar un poco, nos fuimos a dar un paseo por los alrededores. Calles sin aceras y múltiples motos y coches te invitaban a andar muy al loro si no querías acabar atropellado. Vimos algún pequeño arrozal y algún que otro Warung, restaurante típico indonesio, pero la mayor parte estaban más enfocados hacia el turista o expatriado. Demasiado para nuestro gusto, ya que era un poco agobiante. Por cierto, ¡nos encantaron las gasolineras típicas indonesias!

Tras esta primera impresión, quedamos con Óscar, bilbaíno afincado en Bali desde hace un año. Compartimos unas birras con él y nos contó muchas cosas interesantes sobre la isla y sus costumbres. La que más nos gustó y nos llamó la atención es un día sagrado que tienen, en el que está prohibido terminantemente salir a la calle. De hecho, aunque parezca mentira, ¡cierran hasta el aeropuerto! La razón, a mi modo de ver, es súper bonita: ellos creen que de esta forma, los malos espíritus pensarán que todo el mundo se ha ido y abandonarán la isla.

Al día siguiente anduvimos por toda la playa de Berawa, que es enorme, pero al estar en temporada de lluvias no fue muy agradable, ya que estaba hasta arriba de plásticos, troncos de árboles muertos, cocos... Se veía una gran mancha marrón en el agua, que debía de ser el agua del río que llega al mar, por lo que el baño no era muy apetecible... Pero bueno, disfrutamos en un Warung de un buen Mie Goreng, noodles con pollo y verduras coronados con un huevo frito, acompañado de pan de gambas. Esto y una cerveza de las grandes nos costó unos 4 euros, y es que amigos, esto es una de las mejores cosas que tiene Asia, aparte de su cultura.

Después de comer dimos un paseo por el interior y vimos varios templos pequeños, que aquí están por todas las esquinas. Muchas de las figuras talladas son impresionantes, y los tejados típicos tallados en madera muy chulos.
Al día siguiente era día 31, así que tocaba celebrar con el bueno de Óscar, Manolo, un amigo gallego que lleva otro tanto tiempo aquí, y Yoyo, una china que ha vivido en Málaga, por lo que habla español con acento andaluz. Pasamos un buen rato charlando y bebimos un poquito, ya sabéis que ni la Canela ni el menda somos de excesos... Por cierto, a Manolo y a mí nos paró la poli de camino a casa de Óscar por no llevar casco, pero como Manolo, que es un casta, está aprendiendo Indonesio antes que inglés, le soltó unas frases, se rió un rato con el poli y nos dejaron seguir como si nada. Bueno, realmente nos pidió que le lleváramos unas cervezas, pero nosotros nos lo tomamos a coña.

Es bastante normal que los policías paren a los turistas, ya que no ganan mucho y así con las supuestas multas se sacan un buen sobresueldo. Si váis en moto o en coche, llevad siempre algo de dinero suelto, unas 50.000-100.000 rupias en un bolsillo, y decidle que no tenéis más. Como no quieren líos de comisaría, lo cogerán y te dejarán seguir. Por cierto, aquí es necesario tener el carnet internacional, traedlo si tenéis pensado conducir para ahorraros problemas.

Al final, tras una buena cena en la que no faltó el jamón y un buen Idiazabal cortesía de Óscar (casi lloramos de alegría...), acabamos en un bar cerca de la playa, con unas cuantas copas de más, celebrando el año nuevo. ¡¡¡Así que, desde aquí os deseamos a todos un feliz año, que viajéis mucho, y si no podéis, que vuestra vida sea un gran viaje cada día!!! ¡¡Salud Canelones!!


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1 comentario:

  1. César Echevarría7 de enero de 2015, 14:49

    Feliz Año canela y canelón !! qué tal Indonesia, molaa !!
    qué representan esas esculturas de piedra de la 4ta foto ?
    parece que iré para bilbao en Marzo ! si están por ahí les visito .
    ;)

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