domingo, 25 de enero de 2015

NAKHON SI THAMMARAT, LA TAILANDIA CERO TURÍSTICA

Tras salir horrorizados del sur de Tailandia, decidimos no tirar directamente hasta Bangkok, que tras siete meses estamos pelín cansados de chupar horas interminables en buses de tercera... Así que optamos por tomarnos las cosas con calma y hacer un alto a mitad de trayecto, concretamente en Nakhon Si Thammarat, una zona nada turística.

No hay que ser muy lumbreras para deducir que, cuando un lugar de Tailandia no es turístico, es porque allí no hay mucho que ver... Aun así, como podemos permitirnos el lujo de "gastar" un día en un sitio que no tiene mucho que ofrecer, se nos antojó ver este lugar olvidado por los guiris.

Aunque en la Lonely Planet te lo vendan como un impresionante collage de paisajes montañosos y una parada imprescindible para empaparte de la historia de Tailandia, nosotros no le vamos a poner mucha literatura al asunto... la ciudad es fea como un demonio, y una puede morirse tranquilamente sin visitarla.

Aclarado este punto, os contaré que, a pesar de no tener fotazas del lugar, nos echamos unas buenas risas... En Nakhon Si Thammarat, nadie habla ni papa de inglés, y cuando digo ni papa me refiero a que no saben ni decir hello. No, los taxistas y las recepcionistas de hotel tampoco lo hablan, por lo que no quedó otra que negociar una habitación de hotel a base de gestos.

La habitación era lo que esperábamos, cutrecilla y con cucarachón de regalo. Como ya era tarde y el estómago rugía, salimos en busca de algo para picotear, pero no había mucha cosa y tuvimos que conformarnos con una sopa de ¿pescado?, servida en una bolsa de plástico para llevar. Me río yo de las guarrindongadas de David de Jorge...

Al día siguiente, lo primero fue hacer los deberes. Teníamos que comprar los billetes de bus hasta Bangkok, así que nos acercamos a las oficinas que la recepcionista nos indicó en un mapa escrito únicamente en thai.

Allí que nos plantamos, dispuestos a emitir el billete que nos llevara a la gran urbe tailandesa pero, tras media hora de risas e intentonas, fue imposible entendernos con aquella jovencita tímida que no dominaba el lenguaje de gestos tan bien como nosotros. Como tampoco entendía el thai de nuestro querido Canelón (que viene a ser algo así como pronunciar "paai rot me" como si tuvieras un grajo atascado en la glotis), aquello resultaba un poco kamikaze, y decidimos que mejor tirábamos a la estación de autobuses y lo sacábamos directamente allí...

Con ayuda del mapita y algun tailandés que nos indicó que girásemos a la izquierda (to the lept, y es que para ellos es imposible pronunciar la f), por fin llegamos a la ventanilla correcta, donde una mujer avispada nos vendió dos billetes a Bangkok para esa misma tarde.
Carteles escritos sólo en thai, en la estación de buses de Nakhon...

Terminados los quehaceres, llegó la hora de hacer turismo en una ciudad poco turística. Lo único apetecible era el wat Phra Mahathat, por lo que no hizo falta darle muchas vueltas a la sesera. Allí nos plantamos, en el templo más grande del sur de Tailandia y, justo cuando nos disponíamos a entrar, una guiri sonriente se acercó corriendo hacia nosotros...

Resultó ser una italiana que vivía en Nakhon Si Thammarat, dando clases de inglés a monjes budistas. La mujer se llevó un alegrón al ver a dos guiris por aquellos lares tan inhóspitos, y nos pidió que por favor dejáramos que sus estudiantes practicaran inglés con nosotros. Ahí nos véis, intercambiando preguntas de inglés básico con dos jovencísimos monjes a los que les costaba un triunfo pronunciar cualquier cosa en el idioma de Shakespeare.
Conversación de besugos... ¿How old are you? I like football...

Tras esta pequeña anécdota, nos quitamos los zapatos y paseamos un rato por el templo. A pesar de tener una chedi de 78 metros, coronado por una punta de oro macizo (éstos parecen de Bilbao, nada de pan de oro...), la visita tampoco fue la repanocha, aunque no estuvo mal.

Como aún teníamos tiempo, también visitamos el pequeño museo de marionetas de sombras, donde conocimos un poco más sobre esta tradición venida a menos. Después, tuvimos la suerte de ver cómo trabajan este arte, que se elabora sobre piel de animal, normalmente cerdo o vaca. Se trabaja con mucha paciencia y, mientras que una pieza de tamaño medio puede llevarte un día entero, puedes tirarte de dos a tres semanas para realizar una marioneta grande.

Aunque no vimos cosas ni paisajes increíbles, la verdad que en Nakhon Si Thammarat todo fue tan extraño que hasta se nos olvidó comer, y pasamos un día la mar de curioso. Fue genial descubrir que, hasta en los países más turísticos como Tailandia, quedan rincones donde la gente mira al turista como forasteros... Para despedirnos, take away en bolsa de plástico y... ¡a coger el bus hacia Bangkok!
¡No te pierdes el próximo capítulo desde la capital!
Si te gusta el blog sobre nuestra vuelta al mundo... No hagas el canelo y ¡SÍGUENOS!
Canela & Canelón en: 
FACEBOOK    TWITTER     FLICKR
canelaycanelon@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

MIL GRACIAS POR COMENTAR!!! Intentaremos responderte, aunque no sabemos cuando...