lunes, 24 de noviembre de 2014

HOBBITON, HUKA FALLS Y UN PASEO CON OLOR A PEDO...

Es lo que tiene estar casada con un friki, que sin ser fan de "El Señor de los Anillos" acabas visitando Hobbiton.

Nunca antes había estado en un set de rodaje, así que la experiencia resultó curiosa. El guía, un joven simpático sin orejas de elfo, nos contó que el equipo de dirección sobrevoló Nueva Zelanda en avioneta para dar con la localización adecuada. Finalmente, decidieron grabar los exteriores en Matamata, gracias al sube y baja de sus verdes laderas.

Caminar por el bucólico pueblecito de Hobbiton fue como meterse en un cuento. Las mini casas estaban construidas bajo pequeñas montañas, todas hechas de madera y decoradas a puro detalle. No faltaban mecedoras, escobas, regaderas, tendederos con ropa de hobbit... Infinidad de cositas que luego pasan totalmente desapercibidas en la película, pero que si no estuvieran allí, seguro que al espectador Hobbiton no le parecería tan bonito.

Un grupo de jardineros se encarga de cuidar las huertas y jardines de los hobbit, repletos de frutos y hermosas hortalizas, como calabazas de halloween (ésas que nunca hay en el súper y que parecen más decorativas que otra cosa).

Según ibas avanzando en el recorrido, más te percatabas del curro que hay detrás de una película. Por ejemplo, en las praderas de Matamata no había ciruelos, sólo manzanos, y no servían. Como Tolkien describió a los hobbit comiendo ciruelas bajo un árbol, el equipo de dirección decidió quitar todas las manzanas y hojas de los manzanos, y sustituirlas por hojas y ciruelas de plástico. ¿Os imagináis qué trabajera?

Conocidos todos los rincones de Hobbiton, la visita iba llegando a su fin, pero faltaba algo... Cruzamos por un puente de piedra, y allí estaba el Green Dragon, donde nos tomamos una birrola a lo Bilbo Bolsón.

Al día siguiente amanecimos a orillas de un lago, con patos y pajarillos dando los buenos días. Para empezar bien la mañana, después de un buen desayuno campero, visitamos las Huka Falls, unas cascadas pequeñas pero con mucho encanto. El agua cae con tal fuerza que ni las truchas pueden subir, por lo que no vive ni una sola trucha en el lago Taupo.

Después partimos felices hacia Wai-O-Tapu Thermal Wonderland, creyendo que se trataba de un paraíso termal donde pegarse unos baños calientes. Menos mal que llovía a jarros y no aparecimos en chanclas... El agua de las termas supera los 100 °C, así que mejor no ser sopa de turistas.

Nos dimos un paseo por allí con olor a pedo, viendo estas curiosidades fétidas de la naturaleza. Salía vapor de la tierra y podías ver cómo el barro borboteaba. A mí me recordaba al caldero de una bruja, sólo faltaban los ojos de sapo y dientes de culebra...

La visita nos dejó un poco indeferentes, aunque puede que la lluvia influyera, pues llegamos a la furgo totalmente empapados. Suerte que viajamos con la casa a cuestas y sólo es bajar las cortinas, cambiarse de ropa, y encender el motor en busca de más aventuras. Hasta la próxima.
¡Se nos revolvió el estómago con ese olor a huevo podrido!

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3 comentarios:

  1. Venga, va, te vuelvo a felicitar aunque sé que en realidad tu cumpleaños fue el mes pasado...

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  2. Eskerrik asko chicas!!! Se me ha joribiado el movil y no recibo watsapp asiq mucha ilusión que me feliceteis por aquí!!! Musussssss

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