martes, 21 de octubre de 2014

DE SAFARI PATAGÓNICO EN PENÍNSULA VALDÉS

Al fin conseguimos llegar a Puerto Madryn, después de nuestro obligado eusko-parón en Necochea. Tras 16 horas de bus llegamos a esta ciudad, famosa por su avistamiento de ballenas. Al ser el último día del puente en Argentina, las pasamos canutas para encontrar un alojamiento, recorrimos todos los hostales y hoteles baratos de la ciudad, pero siempre nos encontrábamos con la misma respuesta: "Todo completo". Cuando nuestras fuerzas ya empezaban a flaquear, nos dimos de bruces con un pequeño hostal familiar que nos abrió sus puertas. Teníamos una cama donde dormir, y encima súper barato. Parecía que nuestra suerte cambiaba...

Como hacía un día increíble, decidimos dejar las mochilas y salir a toda leche a conocer un poco Puerto Madryn. Paseamos por la playa y nos fuimos al muelle, donde había gente pescando y unos bancos nos invitaban a comernos un bocata al sol. Nada más entrar al muelle, Canela gritó "una ballena", lo cual, evidentemente, me pareció una colgada del quince. ¿Cómo iba a haber una ballena al lado de un muelle, a menos de cien metros de la playa...? Un soplido enorme me pegó un buen plastazo en todo el morro y me recordó que precisamente para eso viajamos, para ver y experimentar cosas que en un principio parecen imposibles. Ahí estaba la ballena, a una distancia absurda tanto del muelle como de la playa. Nos miramos y nos pusimos a correr para contemplarla más de cerca. Poco a poco se fue acercando, mientras que nosotros y otros curiosos mirábamos la escena totalmente embobados. Decidió hacer un pase de modelos por esa pasarela improvisada, y mostró su boca bien abierta mientras se empapuzaba de rico pláncton argentino. Ver para creer...

Al día siguiente, decidimos alquilar un coche para visitar la Península Valdés, una reserva donde campan a sus anchas pingüinos, elefantes y lobos marinos, ballenas, y orcas. Aunque sabíamos que avistar orcas era dificilísimo, éste era nuestro principal objetivo, ver una orca en libertad, y si de paso podíamos ver cómo se zampaba una cría de león marino con la técnica de quedarse varada voluntariamente en la playa, mucho mejor. Esta técnica parece ser que es exclusiva de esta zona, ya que las playas tienen pendientes pronunciadas y encima son de gravilla, lo que les ayuda a no quedarse varadas del todo y poder volver al mar pegando unos coletazos.
Allá que nos fuimos, cual Canela&Canelón Jones en busca de la orca perdida. Recorrimos toda la Península Valdés viendo todos estos animales, pero desgraciadamente la orca no apareció. Como sabíamos que iba a ser prácticamente imposible, disfrutamos viendo a los elefantes marinos tirados al sol, tras haberse zampado su buena ración de pesca matutina. Y doy fé que tienen que pescar bien, porque están bien orondos. En sus viajes a por comida son capaces de sumergirse hasta los 1.600 metros y aguantar la respiración durante dos horas. Pobres de los calamares de las profundidades....
Pero lo que más nos asombró de este primer día, aparte de los paisajes de Peninsula Valdés y sus animales, fue la zona del Doradillo. Esta es una zona de playas desde donde pudimos ver a las ballenas a diez metros de la orilla, fue algo impresionante, tener la suerte de poder ver gratis este espectáculo no tiene palabras. Vimos un montón de ellas, algunas con crías, lo que siempre es una buena noticia. Y es que estas ballenas (ballena franca austral), gracias a la caza indiscriminada de comienzos del siglo XX, estuvieron a punto de extinguirse, y todavía siguen en peligro.
Al día siguiente tocaba ir a Punta Tombo, la pingüinera más grande de Sudamérica (o eso dicen los argentinos). Estuvimos dos horas recorriendo esta colonia, viendo a los machos y hembras empollar sus huevos y defenderlos de las gaviotas, que les sobrevolaban con ganas de hincar el pico al primer huevo desatendido. Son unas aves tremendamente cómicas, sobre todo cuando andan, pero también cuando emiten esa especie de graznido-rebuzno que no se sabe si es para defender los huevos o una forma de decir "Charo, estoy aquí...". Y por no hablar de sus maniobras surferas para entrar y salir del agua, un espectáculo digno de cualquier circo.
Tras el bocata de rigor nos dirigimos hacia Isla Escondida, una playa remota a la que sólo es posible acceder en coche, ya que los tours no lo programan. Esto se traduce en llegar a una playa desierta en la que solamente están unos pescadores y unos grupos de elefantes marinos. Al no ser un área protegida, te puedes acercar a estos inmensos animales y observarlos desde un par de metros de distancia, lo justo para no molestarles y para tener el tiempo necesario de correr en el caso de que no les guste tu presencia. Lo que más llama la atención es el tamaño de los machos (pueden llegar a pesar cinco toneladas) y la trompa que tienen en el hocico, de la que reciben su nombre. A Canela le recordaba a la nariz de Alf...
Y así, felices y contentos de haber disfrutado de todos estos animales, nos despedimos de Puerto Madryn. Lástima no haber encontrado a las orcas, pero como solemos decir, siempre hay que dejar algo para el próximo viaje...

DATOS PRÁCTICOS:
- Bus Don Otto de Necochea a Puerto Madryn: 704 pesos (14 horas).
- Hostal Buena Vida, Puerto Madryn (dueños Claudia y Sergio muy simpáticos): 100 pesos por persona en habitación compartida con derecho a cocina.
- Alquiler coche con la empresa Centauro (dueño Mariano muy de fiar, recomendado): 850 pesos con 500kms al día (necesarios para recorrer Península Valdés + Punta Tombo. En dos días hicimos 880 kilómetros).
- Entrada al Área Natural Protegida Península Valdés: 160 pesos por persona (extranjeros) + 15 pesos por vehículo.
Nota importante: Si pernoctas dentro del área natural protegida no tienes que volver a pagar entrada, pero si duermes en Puerto Madryn y quieres volver a entrar al día siguiente, deberás pagar una nueva entrada.
- Existe la posibilidad de dormir en Puerto Pirámides, aunque es bastante caro. Desde allí salen los tours para el avistamiento de ballenas. No lo hicimos porque el precio nos pareció excesivo (unos 600 pesos por persona), teniendo encima la posibilidad de verlas gratis desde la playa y no molestarlas.
- Entrada Punta Tombo: 100 pesos (extranjeros). La distancia de Puerto Madryn es de unos 180 kilómetros aproximadamente.

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4 comentarios:

  1. Pero qué Cracks!
    Canela y Canelón Jones!
    Me ha encantado vuestra descripción de esta excursión en Argentina con las ballenas; a seguir disfrutando y contándonos más bondades!
    Ondo izan ta eskerrik asko!
    Ki

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    Respuestas
    1. Ese Kifioni!! Eskerrik asko y a seguir disfrutando del otoño euskaldún,abrazos!!

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  2. Une bien belle experience!
    Nous vous souhaitons une bonne continuation!
    A bientôt
    David & Sido

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    Respuestas
    1. Hey les bordeaulais!! J'éspère que vous avez eu un bon retour à la maison! À bientôt, veuyez nous envoyer un mail pour être en contact!

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