domingo, 12 de octubre de 2014

BICICLETEANDO EN CARILÓ A LO DESI Y PANCHO...

Cariló es un remanso de paz. Un lugar protegido, con carreteras de pista flanqueadas por altísimos pinos y casitas bajas, de ésas que una piensa que deben costar mucha plata. El típico lugar que imaginas cuando en las pelis dicen esa frase tan de película: vamos a pasar el fin de semana a la casa de campo... Pues esa casa idílica debe estar en Cariló.
Desgraciadamente, como todos los lugares increíbles, Cariló es caro. Qué asco darse cuenta, una vez más, de que casi todo lo bueno tiene un precio alto. Nos costó dar con un alojamiento al alcance de nuestro bolsillo, pero no hay nada en este mundo que no sea posible, así que nos fuimos a Cariló con ganas de ver el mar, darnos buenos paseos por la playa y disfrutar de la calma natural. Y eso hicimos.

El clima no acompañaba, al menos no como para lucir palmito en bañador, pero estaba genial para caminar con ropa por la orilla de la playa kilométrica. Llevaba tiempo sin escuchar el sonido del mar, ése que tanto me recuerda a mi Gorliz natal, y la sensación de oir las olas morir en la orilla me transportó de súbito a la infancia, cuando su fuerza no me asombraba más que hoy en día.
Tras el paseo playero, tocaba hacer acopio de víveres en el supermercado, pues activamos el modo ahorro y no tocaba otra que comer y cenar en casa (es curioso que hace ya tiempo que me he acostumbrado a llamar a los hoteles casa). La lluvia, que venía anunciándose a gritos, decidió caer generosamente, así que llegamos con bolsas y empapados al dulce hogar, donde cocinamos algo rico. Poco podíamos hacer con ese tiempecito que recordaba a nuestra querida Euskadi Tropical en pleno esplendor invernal, así que se nos ocurrió homenajear a la abuela de Canelón jugando una crapette, un juego de cartas en el que no había quien la ganara. Como nos picamos el uno con el otro, pues ninguno sabe perder, al final nos echamos unas cuantas partidas...
Al día siguiente amaneció despejado, y no se nos ocurría mejor plan que recorrernos Cariló en bicicleta. El hostal nos ofrecía bicis antiguas gratis, de las que no tienen frenos y tienes que frenar girando el pie para atrás. Nos fuimos más felices que un ocho, en plan Verano Azul, a pedalear por carreteras de arena. Aunque nos gustaría parecernos a Javi y Bea, somos conscientes de que tenemos más similitudes con Pancho y Desi, qué puñetera es la naturaleza....
Ya nos dolía el culete de tanto sillín, así que aparcamos las bicis, comimos algo, bañito en la piscina y a echar la siesta. Una mirada el uno al otro de sofá a sofá, ¿una crapette?  Venga, en homenaje a la abuela...

DATOS PRÁCTICOS:
- ¿Cómo llegar a Cariló?: lo más común es viajar hasta Pinamar en bus, y coger otro allí hasta Cariló.
- ¿Qué hacer en Cariló?: en época de sol puede disfrutarse de su hermosa playa. También hay opción de dar paseos a caballo por el monte, o alquilar bicis.
- Cerca de la parada de bus de Cariló, hay un sitio donde poder alquilar bicicletas o quads.
- Es un lugar tranquilo para pasear, disfrutar de la naturaleza y hacer buenas barbacoas.

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2 comentarios:

  1. Se dejo ganar alguien? porque la abuela ni por todo el oro del mundo. aunque sus contricantes fueran niños y además sus nietos

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    1. Jajajaja, qué genial la abuela!!! Por supuesto que ninguno de los dos se dejó ganar, somos tal para cual... Un beso grande!

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