Ahora sí, por fin Canelón terminó sus compromisos laborales y nos pusimos carretera en manta... Nuestra idea era recorrer el país en un 4x4 con tienda de campaña en el techo, y eso fue exactamente lo que hicimos. El coche iba equipado con material de camping y barbacoa, por lo que acabamos siendo unos expertos en hacer la zebra al punto y el orix un pelín menos hecho... en cuanto a la tienda, es muy fácil de montar y desmontar (y el que esté en el techo evitará que te coman los leones...)
Continuando con nuestra ruta en coche, con música, botellas de agua, ruedas de repuesto y adaptándonos a conducir por la izquierda... llegamos a la entrada de Skeleton Coast antes de que cerraran las puertas (tienen horario de salida y entrada, antes de las 17.00 o las 18.00 debes estar fuera). A mi solo con el nombre y esas calaveras gigantes, flanqueadas por enormes colmillos dándote la bienvenida, ya se me ponen los pelos de punta...
Una vez dentro, la sensación de soledad es tremenda. Pueden verse durante el primer tramo de trayecto, con la kilométrica costa a nuestra izquierda, esqueletos de barcos naufragados, encallados en la arena como fantasmas tragados por el mar. Resulta inevitable pensar en esos atemorizados naúfragos... Una se imagina a los supervivientes caminando durante días por este árido desierto de arena, en busca de agua, con el rostro quemado por el sol y sin ver otra cosa en el horizonte que montañas y montañas de arena... Por algo lo llaman Costa esqueletos...
Resulta increíble pensar que en estas tierras, secas y remotas, pueda existir vida alguna. Pero la naturaleza es tan fantástica como misteriosa, y de repente te pone en los morros la prueba de que la vida existe donde menos te lo esperas...
Horas y horas en carretera sin cambiar de paisaje, te hacen pensar que quizá estés dando vueltas por el mismo sitio, pero por fin llegamos a Terrace Bay y nos pusimos vía a Sesfontein. Encontramos con facilidad el camping que teníamos reservado, montamos la tienda antes de que anocheciera y fuimos a picotear algo... Como nos gusta comer cosas locales, probamos una fantástica boorworst curada (la boorworst original es un tipo de salchicha fresca sudafricana para hacer a la brasa y es una auténtica delicia), muy parecida a nuestro fuet, pero con muchas más especias... Nos la pusieron acompañada de patatas de paquete sabor picante, que, cómo no, hizo que bebiéramos ávidamente nuestras Windhoek Lager bien frías.
Mientras disfrutábamos del piscolabis, charlamos un rato con las dos amables camareras que nos atendían. Nos contaron que una de ellas pertenecía a la etnia obambo, mientras que la otra era herero, y que por eso tenían rasgos y peinados diferentes. Al parecer también se diferenciaban por las vestimentas, aunque el uniforme del camping impedía hacer esta apreciación. A pesar de su juventud, no pararon de preguntar por nuestros bebés, y se asombraron muchísimo al conocer que no teníamos hijos. Creo que no llegaron a entenderlo... Y tras este agradable rato, nos echamos a dormir en nuestro saco, y es que al día siguiente nos esperaban los himbas...
Pero esto, mejor os lo contamos en otro post...
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Que bonito viaje, he escuchado maravillas de Namibia. Pero nosotros somos más de hotel con piscina, ¡no me veo en el techo de un 4x4!
ResponderEliminarNo habíamos leído este coemntario, perdón!!! En Namibia es posible la opción que comentas, además tienen unos hoteles preciosos, con decoración africana. Todo es cuestión de dinero!!! Saludos
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