Tras despertarnos a las cinco de la mañana, desayunamos con ganas y nos dispusimos a volver río abajo hasta Rurrenabaque, donde cogeríamos un coche que nos llevaría hasta la zona de las Pampas. Ver amanecer en nuestro barco mientras la selva se desperezaba de sus brumas mañaneras fue un espectáculo increíble.
Ya en el coche, como la relación de los cinco magníficos iba viento en popa, decidimos mascar un poco de hoja de coca para quitar el cansancio y reforzar nuestros lazos de amistad. El bueno de David parecía un hamster con su "bolo" en un lado de la boca, siempre sonriendo y contándonos historias y anécdotas de su pasado selvático. Una vez en las pampas, vimos que el paisaje cambiaba completamente. Era una planicie inundada y mientras nos dirigíamos a nuestro nuevo campamento, no paramos de contemplar caimanes, tortugas, aves prehistóricas y algún que otro capibara, el roedor más grande del mundo.
Tras el almuerzo, fuimos en lancha en busca de monos, y ya de paso nos bañamos junto a los famosos delfines rosados. Evidentemente, también había caimanes y pirañas, pero lo que más me preocupaba era orinarme en el agua y que me entrara un pez de esos que se aloja en la uretra, ya que luego te tienen que sajar el pito para poder sacarlo. Y ésta es una de mis extremidades preferidas...
¿Dónde está el caimán?
Ya de vuelta en el campamento cenamos algo y, por ser la última noche juntos en la selva, nos pusimos tibios a cervezas y a alcohol de 96°, que es muy común en Bolivia. Es apto para el consumo humano (o eso pone en la botella), y normalmente lo diluyen en un poco de agua. Cuando se terminó la botella, le dimos fuego al alcohol que llevábamos en el botellín. Como para que el cerebro se nos derritiera... Fue una noche memorable en todos los sentidos.
Al día siguiente tocaba "anacondear", es decir, ir en busca de la anaconda. Nos calzaron unas katiuskas hasta las rodillas, pues había que meterse en pleno fango, pero antes, íbamos a intentar pescar unas pirañas rojas en el río para que nos sirvieran de almuerzo. Y vaya que si lo hicimos, picaban como locas y había que ser bastante rápido para engancharles el anzuelo.
Pescando pirañas...
En una de éstas (ya en modo selvático total), estimé que la piraña que acababa de sacar debía volver al agua, ya que era un poco más pequeña que las demás. La agarré con mucho cuidado por las agallas y justo cuando la iba a lanzar de nuevo al agua, se revolvió a una velocidad nunca vista por el ojo humano y me pegó un mordisco de los que hacen historia.
Noté cómo sus dientes, como una sierra perfectamente ensamblada, se me clavaban en el dedo. Afortunadamente no se llevó nada consigo, pero el dedo empezó a sangrar abundantemente. David, a toda velocidad, rasgó su camiseta de cinco días en la selva y me hizo un torniquete. Volvimos a toda mecha al campamento, donde me curó la herida y nos comimos a las pirañas fritas. Incluida a la salvaje esa...
Los dientes de la culpable. Al final acabó en la sartén...
Una vez de vuelta en Rurrenabaque, nos fuimos a tomar un par de cervezas con Damien y Julien y volvimos a examinar la herida. Coincidimos en que la avería merecía ser vista por un médico. Coincidencias de la vida, en el bar en el que estábamos había un par de médicos americanas que me recomendaron ir al hospital, ya que tenía toda la pinta de que unos puntos no me vendrían nada mal.
Fue así como acabamos en el hospital de Rurrenabaque, en la zona de emergencias, que parecía un hospital de guerra, con poca luz y todo lleno de manchas de sangre por el suelo. La doctora boliviana fue muy diligente, me enchufó una buena dosis de anestesia en el dedo para que no sintiera nada. Limpió bien la herida y me cosió cinco puntos en el dedo para que pudiera volver a señalar en línea recta. Y para finalizar, me inyectó una jeringa de penicilina para caballos en el culo, lo que me dejó mucho más tranquilo. Fue un viaje a la selva que nos dejará cicatriz para toda nuestra vida, nunca mejor dicho...
Por lo tanto amigos y amigas, un último y humilde consejo: ¡Nunca, jamás, se os ocurra tocar una piraña!
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Total, que tu dedito chafó la pesca a los demás!!?? El post igual debería llamarse: Quién pesca a quien?? jeje
ResponderEliminarBueno bueno...menudo susto!!
ResponderEliminarEso os pasa por ir a "anacondear"...
Es menos peligroso que ir al Anaconda de barakatown ;-)
EliminarPero bueno, después de la delicia de post de Canela viene el Canelón y me lo chafa, que al demonio se le ocurre manejar una piraña como sí fuera un panchito! Ganas de darte un par de azotes por manazas! Y no digo más que estoy cabreada
ResponderEliminarBaja baja baja baja grande Carmen!
EliminarVaya peligro!!! Por suerte supiste reaccionar a tiempo
ResponderEliminar!Que susto¡
ResponderEliminarLa primera vez que una piraña abandona un trozo de carne...
ResponderEliminarSoy incomestible....
EliminarLa próxima vez no te preocupes tanto con el pez de la uretra.yo que tu estaría más preocupado con la piraña en la uretra por que entre oras cosas es elemento blando (a veces) y por lo tanto mordible
ResponderEliminarCasi se lleva el dedo...creo que hemos sufrido todos con esas imágenes...que susto!!
ResponderEliminarMenos mal que por lo menos, acabó en la sartén!!! ¿Que tal están las pirañas? ¿ricas?
Esa seguro que te supo mejor...jejeje
Maitane.
Las pirañas están buenísimas Maitane! Pero mejor si te las sirven directamente!
EliminarPero tu no te dedicabas a cosillas de pesca, aparejos y eso?? No os enseñan que hay peces que NO SE TOCAN, ni pa devolverlos al agua ni ná, cabezónnn!!! La cuelgas y cortas sedal, joé, no nos asustes asín, tontainas, que vi de ir y te vi de dar con la escobaaaaaa!!!!
ResponderEliminarCanelita cariño, algunas cosas igual mejor no dejarle hacer, al fin y al cabo es hombre, y de "ciudad"
Besitosss
Jajjajjajajajaj,gran comentario Marzela,nos hemos estado riendo durante un buen rato,no tiene desperdicio! Un beso grande!!
EliminarAquí hay dos niños muy preocupados por su osaba y se preguntan si lloraste mucho
ResponderEliminarQué majos los enanos!! Diles que su osaba está perfectamente,y que no lloró nada de nada! Aunque cuando me pinchó la anestesia pegué un par de buenos gritos... Besos!
EliminarMenos mal que sólo te mordió el dedo, pero como se te ocurre bañarte con semejantes bichos...pero si tienen cara de morder donde mas duele!!! Como molan vuestras aventuras! Besos. AlmuXurxo
ResponderEliminarGracias Almu! Un beso!
EliminarAy chicos qué aventuras!!! Canela, cuídalo que el Canelón es peligroso. Que meta el dedo en el alcohol de 96 grados pa desinfectar!!! Un besazo
ResponderEliminarCuidarlo??!! El muy pícaro se puso en la otra punta de donde yo pescaba... Éste no tiene remedio Pepa!!!
EliminarGracias a todos por vuestros comentarios y vuestros ánimos! Son anécdotas del viaje, sólo fue un! susto! Abrazos
ResponderEliminarSolo a ti se te ocurre coger una piraña como si fuera una antxoita del Cantábrico....
EliminarPutillaaaaaas!!!! Sois épicos, enormes, inigualables y me dais una envidia que empieza a no ser tan sana...
ResponderEliminarCanelo(n), uno menos que va a reírse de mi dedo chungo. Brothers in fingers...
Un besazo y a seguir viviendo!!!
Jajajaaja,ya lo pensé,ya somos dos con el dedo levantado cuando tomemos cervezas! Un abrazo grande frutón!
EliminarAhora que le estoy enseñando al tío Richar las fotos veo que la carita de Zior se parece un poco a la piraña!!!
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