Tras comprar plátanos en el mercado callejero de Puno, dimos un paseo hasta el malecón, donde nos hicimos con dos billetes de barco para visitar las pintorescas islas. Como era algo tarde, no se veía ningún guiri por allí, y nos fuimos de excursión en un barco cargado de locales. Nos explicaron que existe otro barco para extranjeros un pelín más caro, así que el no madrugar nos salió redondo.
El barquito iba despacio por las tranquilas aguas del Titicaca (por aquí dicen que el lado Titi es para Perú, y el Caca para Bolivia... ya veremos qué opinan los bolivianos sobre ésto). Por un momento, me pareció estar en La Albufera valenciana pero, según íbamos avanzando millas, las barracas eran sustituídas por poblados enteros de totora, desde las cabañas, los coches y hasta el propio suelo.
Llegamos a una de las 86 islas flotantes que van creciendo como setas, donde un grupo de mujeres Uro nos daba la bienvenida agitando con garbo sus brazos. Cuando el barco se acercó un pelín más, escuchamos como se decían las unas a las otras "no hay gringos, no hay gringos", y dispersándose disimuladamente, se marcharon cada una por su lado.
Nada más poner un pie en el suelo de la isla artificial, apreciamos que era como caminar por gelatina. Anduvimos despacio para no dañar la totora, y nos sentamos en un banco, donde el presidente del islote nos explicó por encima cómo construyen las islas. No quiso desvelar mucho porque, al parecer, los bolivianos están interesados en imitar este modo de vida, pero los Uros guardan su secreto a buen recaudo, para continuar siendo los únicos del mundo en vivir así. A grosso modo, entendimos que ponen tierra en la base, mayormente raíces, y sobre ella hojas de totora trenzadas.
Tras la breve explicación, dimos una vuelta por la isla y una mujer anciana que apenas hablaba castellano nos invitó a conocer su casa. No me sorprendió ver que la cama estaba hecha de totora, ¡cómo no!, pero sí me llamó la atención ver una pequeña televisión escondida bajo un paño blanco. Nos sentamos, y como no entendemos el quechua, utilizamos gestos y palabras básicas para comunicarnos con la anciana Uro. Llegó un punto en el que la conversación no daba para más, por lo que la señora comenzó a colocarnos prendas y no pudimos decir ni mú. Así es como acabamos de esta guisa y yo me llevé más de un piropo...
A pesar de ser un lugar muy turístico, nos echamos buenas risas y comimos de cine. Quién nos iba a decir que acabaríamos vestidos como los Uro... Una turistada de vez en cuando, no está mal...
DATOS PRÁCTICOS
- Barco a las Islas de Los Uro: 10 soles.
- Entrada a las Islas: 5 soles.
- Quien quiera puede pernoctar en las Islas, aunque para nosotros una excursión es más que suficiente.
Me ha encantado lo que leído hasta ahora de todo vuestro viaje. Todavía me falta algo pero he disfrutado con las aventuras del mexicanito y la quechua!
ResponderEliminarQué ilusión recibir este mensaje, muchas gracias tía Esther!!! Un abrazo muy fuerte de nuestra parte!!!
EliminarQue bien os lo estais pasando y que envidia con todas vuestras aventuras! Me encanta vuestro blog
ResponderEliminarQue bien os lo estais pasando y que envidia con todas vuestras aventuras! Me encanta vuestro blog
ResponderEliminarQue bien os lo estais pasando y que envidia con todas vuestras aventuras! Me encanta vuestro blog
ResponderEliminarMuchas gracias Inés!!! Está siendo un viaje increíble, y lo que queda!!! Abrazos.
ResponderEliminarLa pequeña es totalmente mimetica . en el sudeste asiatico es como un china y aqui una india. que parecera en namibia?
ResponderEliminarSoy totalmente camaleónica... En Namibia un poco de barro y a mimetizarse!
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