De "LA TARABITA" AL MÉDICO EN MINDO...

Llevamos ya tres noches en Mindo, un pequeño remanso de paz y naturaleza a tan sólo dos horas de Quito. Se trata del lugar perfecto para pasear por el monte, practicar algún deporte de aventura, o avistar aves autóctonas como el colibrí.

Aquí se respira tranquilidad a tope por lo que, nada más llegar, una sospecha que se quedará en Mindo algún día más de lo previsto. Lo que no imaginé, es que sería por un motivo médico...

En Mindo existe la posibilidad de practicar tubing, puenting o canopy, algo así como una tirolina en horizontal, pero no fue nada de eso lo que nos llevó a urgencias, lo mío tiene mucho menos glamour.

Descartados los deportes de aventura que tanto éxito tienen entre los guiris más guiris, decidimos realizar una caminata de 15 kilómetros, desde el pueblo a las cascadas. Tras una subida maja, llegamos a La Tarabita, un vehículo la mar de tecnológico que al verlo una piensa, ¿seguro que ésto no se cae? Pero resulta que los cables del trasto son fuertes como rocas y La Tarabita, que puede llegar a alcanzar una velocidad insospechada, nos llevó sin problemas al otro lado del monte. Adjuntamos vídeo del viaje (para quien pueda verlo) y aconsejamos a los enemigos del vértigo montarse con los ojos cerrados... ¡Dentro vídeo!

Los dos minutos de trayecto en La Tarabita fueron la mar de divertidos y, además, pudimos disfrutar de unas vistas increíbles. Una vez en tierra firme comenzamos el descenso hacia las cascadas, unas piscinas naturales donde está permitido darse un chapuzón. ¡Vaya que si me lo di! ¡Con ropa, playeras y todo! Por algo mi marido me llama torpe...

Tan sencillo como estúpido, como bien he dicho, no hay ápices de glamour en la historia... Resbalé con una roca jodona, caí al agua y me di un leñazo en la rodilla que me rio yo de la galleta de JuanCar en Botswana...

La cara de pánico de Canelón, al grito de "¡amore, amore!", me hizo sospechar que la corriente podía arrastrarme cascada abajo, en plan rafting pero sin balsa (esto sí que es aventura y no el canopy ese de marras...). Por suerte conseguí salir del agua, abrazar a mi amore y echarme a reir a carcajadas.

Gracias al precavido de Canelón, que se trajo una toalla, pude secarme y, a falta de ropa de recambio, bueno es el bañador de tu marido...

Durante el piñazo, se me rompieron las gafas de sol nuevas, y casi también mi rodilla. Como ésto no es una peli de Steven Seagal, no vino un helicóptero a recogerme, por lo que tuve que subir y bajar un buen tramo de montaña con la pata chula. Pensé que los de Bilbao podemos con todo, pero cuando la rodilla se enfrió empece a pensar que tal vez soy de Valencia...

Llegué cojeando al hostal, donde me aconsejaron acudir al centro de salud, que estaba bien cerquita. Al ser extranjera, tenía dudas de si me atenderían, pero el hostelero me aseguró que tienen el deber de atender a todo el mundo, incluídos los extraterrestres. Así que para allá nos fuimos.

Me atendió una doctora súper símpatica y profesional que, entre otras cosas, me desveló que soy un pelín hipertensa (lo que mi médico no averigua en años me lo dicen en El Ecuador en dos minutos, tócate los pies...) Por lo demás, buenas noticias, no era un esguince. El dolor provenía del propio golpe y, aunque no se trataba de nada grave, me recetó reposo durante 5 días, una venda, hielo o crema antiinflamatoria y un ibuprofeno cada 8 horas. En ello estoy... aún me quedan 3 días más.

Además del trato recibido, me alucinó saber que los medicamentos con receta ¡son gratuitos! Incluso para forasteras como yo. Y para que ningún listillo haga negocio, lo indican claramente en el envase. Me gustó saber que el dinero del petróleo puede emplearse en algo más que para llevárselo al bolsillo.

Hoy he recibido la visita de unos buenos amigos que andan de viaje por estos lares, y como son tan majetes, me han llevado al mariposario en coche (o carro, como se dice aquí). Ha sido un alivio salir un rato de la habitación y disfrutar de las mariposas, observar en directo y bien cerquita cómo nacen, verles darse un banquete de plátano, tenerlas en la mano... ¡Gracias Nathalie, Borja, Alberto y Marion por la excursión, por la cena y por vuestra compañía!

Gracias también a Canelón,  que me está tratando como a una reina. Y con la pata chula y sin parche en el ojo, me despido hasta el siguiente capítulo de este viaje sin fin. No sé qué me costará más, si el reposo o dejar la sal...¡Saludos!


DATOS PRÁCTICOS:
- ¿Cómo llegar a Mindo?: coger un autobús en Quito, desde la Terminal de La Ofelia. Precio: 2 dólares. Duración del trayecto: 2 horas.
- Alojamiento bueno y bonito: Ananaw está fenomenal calidad precio, 36 dólares con buen desayuno incluído. Si queréis piscina, el Samay Juku está muy bien, 50 dólares por noche con desayuno y DVD en la habitación. Dani y su familia os atenderán estupendamente bien. Ambos hostales están algo alejados del centro, para descansar a gusto.
- Para cenar: La pizzería El Tigrillo dispone de horno de leña. Está en el centro, en la calle principal, frente a la estación de buses. ¡Muy buenas pizzas!
- Para tomar algo o comer un sandwich: El Bistro.
- Precio de La Tarabita: 5 dólares (incluye la entrada a las cascadas, que son 3 dólares, para quien no coja La Tarabita), el viaje solo dura dos minutos pero merece la pena.
- Entrada al mariposario: 6 dólares.
- Mindo es un lugar muy tranquilo y seguro, no hay problema de caminar por la noche.
- En Mindo no hay malaria pero sí que hay muchos molestos mosquitos. Recomendamos aplicarse bien de repelente y vestir manga larga.

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