El domingo fuimos a ver al gran Tamariz en el Teatro Campos. Digo gran porque, cualquiera que haya tenido un mínimo de infancia, se ha enamorado de ese mago loco de pelo alborotado que finalizaba sus trucos tocando un violín imaginario.
Este violín imaginario era parte de su encanto, porque de alguna forma era su forma de decir que él creía en lo imaginario, en esa parte de la vida que cada uno de nosotros somos capaces de crear. Según él mismo, uno de sus maestros le recalcó la importancia de sentir pasión por la magia, de sentir amor por lo que hacía. Y, a sus xx años, lo demostró con creces en el escenario, comiéndoselo tal cual, manteniendo en todo momento el ritmo y creando una atmósfera mágica, nunca mejor dicho.
Siento decir que el único momento en que el espectáculo decaía era cuando entraba en escena algún artista invitado, en este caso su pareja, también maga, y otro artista argentino del mismo gremio. Pero en cualquier caso el show fue sublime, increíble, magistral.
El espectáculo estaba dividido en 2 partes: en la primera hacía trucos "grandes", moviéndose de un lado al otro del escenario, con una baraja gigante y otro tipo de utensilios mágicos. La segunda parte la reservó para su especialidad, la magia de cerca. Enfocaron con una cámara la zona del tapete en la que manipulaba las cartas, para que todo el mundo pudiera ver claramente la baraja y las manos de Tamariz, presentes en todo momento en la pantalla.
El final fue apoteósico, con un truco ideado por él mismo y que, según contó al público, puede tardar en perfeccionar de tres a cinco años. Mucha gente terminó en pie aplaudiendo a semejante animal escénico, entre ellos el menda, que disfrutó del espectáculo de principio a fin (salvo en las partes citadas anteriormente).
Tamariz conectó con el público en todo momento, demostró un sentido del humor y una rapidez mental impresionantes, y nos hizo creer a todos en la magia en algún momento del espectáculo. Incluso Canelita, que es muy incrédula ella, salió encantada del show...
La magia es ese momento en el que te quedas embobado, te olvidas de cualquier pensamiento racional, y crees que lo que estás viendo es real. En ese momento te sientes un niño de nuevo, creyendo en lo imposible y atento ante todo lo que todavía te queda por aprender. Disfrutas de la sensación durante un buen rato pero, desgraciadamente, tarde o temprano tu mente te convence de que todo son trucos y acepta la "realidad".
A mí me gustaría quedarme para siempre en el mundo de
Tamariz, ese mundo de los sueños, la ilusión y lo imposible. Como decía Ely, compañera de escapada teatral dominguera y mujer de
@gaizkigaizki, volvería a ver el espectáculo 20 veces. No dudéis en ir a verle si tenéis opción. Querido Juan Tamariz (ese debes de ser tú), ¡siempre viajarás con nosotros! NANANIAANIAAAAA!!!
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A mi también me encanta Tamariz, es genial como mago y como humorista!!!
ResponderEliminarTodo un privilegio haberlo visto en directo!!! un máquina!
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